
La educación, cuando se asume con visión y compromiso, no solo transmite conocimientos: transforma realidades. En Hidalgo, este principio ha cobrado renovada vigencia en los últimos años, donde se ha hecho un esfuerzo por reorientar las prioridades hacia una educación más equitativa, digna y con sentido de justicia social.
En este contexto, vale la pena recordar que: La educación es el arte de capacitar a la mujer y al hombre para vivir en una sociedad que tenga por ideal la justicia.
Y más aún: Educar a la mujer y al hombre es ponerlos en condiciones de una vida social plena.
Estas ideas, más que una declaración filosófica, deben ser guía para toda política pública. En Hidalgo, la apuesta del gobierno estatal por fortalecer la infraestructura escolar, dignificar los planteles educativos y promover el acceso a herramientas digitales para las y los estudiantes más vulnerables, va en esa dirección.
Durante los últimos dos años, la administración estatal ha puesto a la educación como una prioridad estratégica. Programas como la rehabilitación integral de más de 800 escuelas en zonas rurales, la entrega gratuita de útiles escolares, la inversión en mobiliario y aulas nuevas, y la mejora en las condiciones laborales del magisterio son avances palpables que abonan a un ambiente más favorable para el aprendizaje.
Además, la firma de convenios con instituciones tecnológicas y universidades ha fortalecido la vinculación de la educación media superior con el sector productivo, lo cual es clave para que las y los jóvenes tengan un camino claro hacia el empleo o el emprendimiento.
Pero más allá del análisis de cifras, lo relevante es el enfoque: educar con dignidad, educar con justicia. Ese es el cambio de fondo que hoy se percibe.
A pesar de los esfuerzos, aún hay desafíos visibles en distintos rincones del estado. Muchas personas adultas enfrentan barreras históricas para acceder a la lectura y escritura, y en algunas comunidades, niñas, niños y adolescentes encuentran dificultades para mantenerse en la escuela debido a factores económicos, familiares o territoriales. La falta de conectividad y de herramientas digitales en zonas marginadas sigue limitando el acceso a una educación de calidad. Son retos que la actual administración no ignora.
Se ha avanzado, y eso es alentador. Es positivo constatar que, junto con los logros, también s reconoce que aún existen barreras estructurales que deben atenderse con una política educativa integral, territorializada y sostenible. Y en ese sentido, el mayor reto no es solo técnico, sino político y social: seguir construyendo un sistema educativo que cierre brechas, que ponga a la persona al centro y que responda a las realidades diversas del estado.
Reconocer lo logrado no implica conformarse. Por el contrario, la educación demanda evolución constante. Algunas áreas clave para avanzar aún más son:
- Consolidar una estrategia de conectividad educativa para zonas rurales e indígenas.
- Implementar un modelo de permanencia escolar con becas estatales desde primaria.
- Fortalecer la formación continua del magisterio con enfoque comunitario.
• Desarrollar materiales educativos con pertinencia cultural y lingüística.
- Hacer de la evaluación no una amenaza, sino una herramienta de mejora.
Todo esto requiere voluntad, presupuesto y corresponsabilidad social. Pero sobre todo, requiere no perder de vista el principio fundamental: una educación transformadora es la base de una sociedad más justa y libre.
En Hidalgo se está trazando un camino serio hacia una educación con justicia. Los avances son visibles y deben reconocerse, pero el compromiso debe mantenerse firme. Si el gobierno estatal continúa apostando por políticas educativas de largo plazo, con enfoque humano y territorial, Hidalgo puede consolidarse como un referente nacional en movilidad social a través de la educación.
Porque al final, educar es el acto político más profundo: es decidir en qué sociedad queremos vivir mañana.